
La
sociedad salvadoreña, tiene dentro de sus particularidades, la mofa social de
hacerle creer a la gran mayoría de jóvenes, que la formación educativa
universitaria es una llave de asenso social, sin embargo en esta misma paradoja
es fácil encontrar que un personero de gobierno laborando como empleado de
oficios varios (ordenanza), puede obtener una mejor remuneración que la de un
docente con al menos 3 o 4 años de educación universitaria.
Lo
anterior mencionado, permite concretizar que el trabajo docente ha sufrido
numerosas modificaciones a través del tiempo. Una de esas modificaciones es la creación
de una estructura laboral mercantilista en la que el actuar profesional pedagógico
es desvirtuado y desmerecedor de un salario digno, logrando un fenómeno mediático
en el que muchos críticos, analíticos y pseudo expertos del hecho educativo,
despotriquen contra el desempeño docente sin haber nunca impartido clases en el
sistema público, el cual cabe mención carece de todas las comodidades con las
que dichos ERUDITOS DEL ACTUAR EDUCATIVO CUENTAN AL REDACTAR SUS COSMOVISIONES
PEDAGOGICAS.
De
acuerdo a la nueva perspectiva pragmática pedagógica en la que se construye
la educación salvadoreña, el maestro dejo de ser empoderado del conocimiento;
hoy en día el docente asume el rol de promotor del aprendizaje, un promotor que
busca el desarrollo de habilidades y competencias en sus estudiantes, lo que le
ha restado su protagonismo de antaño (entiéndase docente de escuela normalista).
El
cambio en los roles del docente, requieren de una preparación académica y
pedagógica, mismas que se deben combinar con una estructura psicológica estable
y apta para impartir su cátedra. Pero en el plano de la realidad social, la
falta de vocación docente y el hecho que es una carrera de corto tiempo, siguen
siendo elementos de discordia cuando se trata de construir una connotación de
calidad educativa.
Lo
que sin dudas ha provocado la desprofesionalización de la docencia en el
contexto salvadoreño, es en parte porque los resultados de aprendizaje en los
educandos no reúnen las características académicas y profesionales deseadas por
el modelo económico imperante, factor que surge de un proceso mercantilista en
el cual las universidades fomentan las carreras con mas demandas y no las que
el sistema necesita.
Por
otro lado, es fácil observar que los docentes ya no cumplen un único rol. Dicho
rol consistía en transmitir la cultura de una sociedad de generación en
generación.
La pretensión
de las políticas educativas postmodernistas, hace que el docente a parte de dar
clases, tenga además que asumir el rol de concretizar otras funciones que la
familia y la sociedad en su conjunto ya no cumplen, lo cual conduce a que se
les pide a dichos educandos que:
·
Enseñen,
de manera interesante y productiva cada vez más materias
·
Que
acompañe a las familias en éxito o fracaso escolar de los estudiantes.
·
Que
organice a la comunidad educativa en la organización de la distribución de
uniformes y alimentos escolares (asistencia social).
·
Que
detecte abusos, que proteja los derechos y que amplié la participación social.
·
Que
combata la galopante violencia escolar y que intente motivar en el camino del éxito
pedagógico, al amplio número de estudiantes que se van sumando a las cifras de
fracaso escolar debido a los múltiples distractores sociales que existen
actualmente.
Las
demandas que hoy recaen sobre los docentes, alimentan la sensación de desborde y
de estar sometidos en un camino sin salida, en el cual muchos educadores quizá piensen
que por no poder cumplir con dichos requisitos, son poco profesionales o
semiprofesionales. La crisis que atraviesa la profesión docente radica en el
valor relativo de la posición ocupada por los profesores dentro de la jerarquía
social.
La
competencia laboral a la que tienen que postular los profesores deteriora más
el valor que la sociedad salvadoreña tiene para el magisterio; ello se debe a que
existe más oferta que demanda, los profesores deben pelearse los puestos de
trabajos, algunos de estos puestos de trabajos no sacian las necesidades
económicas de los profesores, por lo cual estos deben comenzar a buscar otro
lugar de trabajo para poder llevar el sustento a su familia, cubriendo así sus
necesidades básicas. Es esta misma competitividad laboral en donde se trabaja
mucho y se paga poco, se obliga al gremio docente a buscar varios
trabajos en los que en afán de buscar mejores ingresos, el docente debe
enfrentar injusticias infames como:
·
No
contar con previsión social ni acceso a servicios de salud
·
Salarios
incongruentes con el alto costo de la vida
· Inexistencia
de recursos didácticos pero abundancia de exigencias en los resultados académicos
(con poco se logra mucho). Entre otras….
Dicha
situación conduce a un gasto energético mayor y un desgaste de las condiciones
organizacionales del docente. Por lo tanto y de manera concluyente, es valido destacar
que el mercado laboral educativo salvadoreño, no da abasto para la cantidad de
profesores que tienen su título profesional, creciendo con ello la demanda pero
no la oferta de empleos en el sector educativo, dando paso al aparecimiento de
jerarquías de prestigio o amiguismos que tengan más relevancia al momento de
adquirir una fuente de empleo.
Finalizo
argumentando que:
“Parece
que asumir un compromiso profesional, responsabilidad, entrega, asertividad,
fidelidad, puntualidad y proactividad; NO tienen mayor valor para algunos
empleadores en el campo educativo, mas el que nosotros mismos como docentes y académicos,
creemos que tiene”.
La
confianza en DIOS y búsqueda constante de mejores oportunidades es el mejor
camino a seguir en este competitivo y complicado mundo de la educación.
Att.
Estado de Catarsis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario