viernes, 1 de agosto de 2014

JUSTIPRECIACION DE LA LABOR DOCENTE EN EL CONTEXTO SOCIAL EDUCATIVO SALVADOREÑO (Entendiendo al docente en la escuela inclusiva de tiempo pleno).


Las conjeturas de análisis asimétricas con la que algunas personas intentan crear una reflexión sobre la importancia del trabajo docente, permiten crear una variada perspectiva sobre el modo y la forma en cómo se debe desarrollar la ardua y complicada labor de impartir una clase en una comunidad estudiantil que da claras señales de no tener mayor interés por su formación pedagógica ante la inmensa falta de oportunidades laborales.

La sociedad salvadoreña, tiene dentro de sus particularidades, la mofa social de hacerle creer a la gran mayoría de jóvenes, que la formación educativa universitaria es una llave de asenso social, sin embargo en esta misma paradoja es fácil encontrar que un personero de gobierno laborando como empleado de oficios varios (ordenanza), puede obtener una mejor remuneración que la de un docente con al menos 3 o 4 años de educación universitaria.

Lo anterior mencionado, permite concretizar que el trabajo docente ha sufrido numerosas modificaciones a través del tiempo. Una de esas modificaciones es la creación de una estructura laboral mercantilista en la que el actuar profesional pedagógico es desvirtuado y desmerecedor de un salario digno, logrando un fenómeno mediático en el que muchos críticos, analíticos y pseudo expertos del hecho educativo, despotriquen contra el desempeño docente sin haber nunca impartido clases en el sistema público, el cual cabe mención carece de todas las comodidades con las que dichos ERUDITOS DEL ACTUAR EDUCATIVO CUENTAN AL REDACTAR SUS COSMOVISIONES PEDAGOGICAS.

De acuerdo a la nueva perspectiva pragmática pedagógica en la que se construye la educación salvadoreña, el maestro dejo de ser empoderado del conocimiento; hoy en día el docente asume el rol de promotor del aprendizaje, un promotor que busca el desarrollo de habilidades y competencias en sus estudiantes, lo que le ha restado su protagonismo de antaño (entiéndase docente de escuela normalista).

El cambio en los roles del docente, requieren de una preparación académica y pedagógica, mismas que se deben combinar con una estructura psicológica estable y apta para impartir su cátedra. Pero en el plano de la realidad social, la falta de vocación docente y el hecho que es una carrera de corto tiempo, siguen siendo elementos de discordia cuando se trata de construir una connotación de calidad educativa.

Lo que sin dudas ha provocado la desprofesionalización de la docencia en el contexto salvadoreño, es en parte porque los resultados de aprendizaje en los educandos no reúnen las características académicas y profesionales deseadas por el modelo económico imperante, factor que surge de un proceso mercantilista en el cual las universidades fomentan las carreras con mas demandas y no las que el sistema necesita.

Por otro lado, es fácil observar que los docentes ya no cumplen un único rol. Dicho rol consistía en transmitir la cultura de una sociedad de generación en generación.

La pretensión de las políticas educativas postmodernistas, hace que el docente a parte de dar clases, tenga además que asumir el rol de concretizar otras funciones que la familia y la sociedad en su conjunto ya no cumplen, lo cual conduce a que se les pide a dichos educandos que:

·        Enseñen, de manera interesante y productiva cada vez más materias
·        Que acompañe a las familias en éxito o fracaso escolar de los estudiantes.
·        Que organice a la comunidad educativa en la organización de la distribución de uniformes y alimentos escolares (asistencia social).
·        Que detecte abusos, que proteja los derechos y que amplié la participación social.
·        Que combata la galopante violencia escolar y que intente motivar en el camino del éxito pedagógico, al amplio número de estudiantes que se van sumando a las cifras de fracaso escolar debido a los múltiples distractores sociales que existen actualmente.

Las demandas que hoy recaen sobre los docentes, alimentan la sensación de desborde y de estar sometidos en un camino sin salida, en el cual muchos educadores quizá piensen que por no poder cumplir con dichos requisitos, son poco profesionales o semiprofesionales. La crisis que atraviesa la profesión docente radica en el valor relativo de la posición ocupada por los profesores dentro de la jerarquía social.

La competencia laboral a la que tienen que postular los profesores deteriora más el valor que la sociedad salvadoreña tiene para el magisterio; ello se debe a que existe más oferta que demanda, los profesores deben pelearse los puestos de trabajos, algunos de estos puestos de trabajos no sacian las necesidades económicas de los profesores, por lo cual estos deben comenzar a buscar otro lugar de trabajo para poder llevar el sustento a su familia, cubriendo así sus necesidades básicas. Es esta misma competitividad laboral en donde se trabaja mucho y se paga poco, se obliga al gremio docente a buscar varios trabajos en los que en afán de buscar mejores ingresos, el docente debe enfrentar injusticias infames como:

·        No contar con previsión social ni acceso a servicios de salud
·        Salarios incongruentes con el alto costo de la vida
·    Inexistencia de recursos didácticos pero abundancia de exigencias en los resultados académicos (con poco se logra mucho). Entre otras….

Dicha situación conduce a un gasto energético mayor y un desgaste de las condiciones organizacionales del docente. Por lo tanto y de manera concluyente, es valido destacar que el mercado laboral educativo salvadoreño, no da abasto para la cantidad de profesores que tienen su título profesional, creciendo con ello la demanda pero no la oferta de empleos en el sector educativo, dando paso al aparecimiento de jerarquías de prestigio o amiguismos que tengan más relevancia al momento de adquirir una fuente de empleo.

Finalizo argumentando que:

“Parece que asumir un compromiso profesional, responsabilidad, entrega, asertividad, fidelidad, puntualidad y proactividad; NO tienen mayor valor para algunos empleadores en el campo educativo, mas el que nosotros mismos como docentes y académicos, creemos que tiene”.

La confianza en DIOS y búsqueda constante de mejores oportunidades es el mejor camino a seguir en este competitivo y complicado mundo de la educación.


Att. Estado de Catarsis.

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